El VII Congreso Mundial de la Pastoral de los Emigrantes, organizado por el Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, ha tenido lugar en la Pontificia
Universidad Urbaniana, Ciudad del Vaticano, del 17 al 21 de noviembre de 2014. Los trabajos se
han centrado en el fenómeno de las migraciones por motivos laborales, a la luz del tema:
“Cooperación y desarrollo en la pastoral de las migraciones”.
Convocando casi 300 participantes, entre los que había delegados de las Conferencias
episcopales, de comisiones, estructuras eclesiales y organismos de cooperación, provenientes de 90
países, el objetivo del Congreso era reflexionar sobre la situación de la emigración actual, que
marca tan fuertemente la sociedad moderna, para identificar y proponer a la Iglesia nuevas
orientaciones pastorales a nivel internacional, regional y local.
La solicitud pastoral de la Iglesia católica, que se traduce en programas y planes acción
específicos, tiene en cuenta la situación especial de los emigrantes económicos, que viven entre la
realidad del desplazamiento y la de la integración. Los planes pastorales conciernen a la búsqueda
espiritual del sentido de la vida, experiencias de acogida, de compartir y de reconciliación, el
anuncio del Evangelio, la liturgia, la celebración de los sacramentos. Al mismo tiempo, la solicitud
pastoral también se preocupa de las necesidades básicas de los trabajadores emigrantes, como la
asistencia jurídica en el proceso de regularización de su situación, la defensa y la promoción de su
dignidad, la búsqueda de una vivienda digna y empleos honestos en el mercado de trabajo. Las
comunidades cristianas siguen siendo lugares de esperanza y de acción que defienden la causa de
los emigrantes (en particular los niños, los menores no acompañados, las mujeres y las personas con
discapacidad), que sensibilizando, ofrecen protección y proporcionan la asistencia necesaria,
independientemente de la situación de los emigrantes.
Presentaciones, debates e intercambio de experiencias han contribuido a analizar la situación
de la familia de los emigrantes, resaltando todos los aspectos positivos que contribuyen a fortalecer
y promover fructíferas relaciones humanas, que están en la base y en el centro de todas las
sociedades. Se ha prestado especial atención a la separación de las familias causada por la falta de
medidas adecuadas, lo que constituye un importante desafío, especialmente en los países que tienen
una gran diáspora migratoria.
Además, la “feminización” de la emigración es una característica nueva. Las mujeres
emigrantes ya no se mueven sólo a consecuencia de la reunificación familiar, sino que también se
han convertido en el sustento económico de la familia. La migración, por tanto, puede ser una
herramienta para el reconocimiento positivo del papel de la mujer, pero también una amenaza
cuando las redes criminales se aprovechan de su vulnerabilidad y las fuerzan a caer en la trampa de
la trata, del tráfico de personas e incluso de la prostitución y de la explotación.
Del mismo modo, los jóvenes emigrantes son un gran potencial en la construcción de
puentes de cooperación entre las sociedades en vista al desarrollo. La atención pastoral a los jóvenes
emigrantes se concentra en su formación religiosa e integral, ayudándoles a ser auténticos puentes
entre las culturas, en beneficio tanto de las comunidades cristianas como de la sociedad.
Las migraciones siguen siendo un signo de los tiempos modernos, fuertemente marcados por
el miedo y la falta de hospitalidad. En este sentido, la centralidad de la persona humana y el respeto
de su dignidad adquieren mayor importancia, por encima de las diferencias religiosas, étnicas,
sociales o culturales.
Los participantes en el Congreso animan a todos, incluida la sociedad civil y los gobiernos, a
trabajar en favor de la adopción de políticas migratorias más eficaces y amplias, con plena adhesión
a los convenios internacionales con el fin de garantizar oportunidades de empleo y mejores
condiciones de vida, evitando fenómenos de explotación y/o de tráfico de trabajadores emigrantes.
Los participantes apelan a la responsabilidad de toda la comunidad internacional, para que
contribuya a alcanzar el bien común y la universalidad de los derechos humanos, subrayando la
necesidad de un cambio positivo en el comportamiento hacia los emigrantes.
Por último, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y los
participantes recomiendan una acción concertada entre las estructuras eclesiales en los países de
origen, de tránsito y de destino, con el fin de concretar las consideraciones y las conclusiones del
Congreso, que serán publicadas próximamente.
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Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes
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