La Congregación General de los jesuitas es el máximo órgano de gobierno de esta congregación religiosa. En principio, sólo se convoca tras la muerte o la renuncia del Superior General, y este es precisamente el caso de la Congregación General 36 que tendrá que nombrar al sucesor del P. Adolfo Nicolás, elegido en 2008.

Una CG es actualmente una asamblea compleja. Originariamente estaba formada por los cuarenta jesuitas más veteranos que habitaban en Roma. Con el tiempo se fue viendo la necesidad de que estuviese representada -de una forma democrática- toda, la Compañía internacional y no sólo la de Roma. Así la CG ha ido sufriendo diversas modificaciones para tratar de equilibrar, por un lado, el permitir que esté bien representada una organización que opera por todo el mundo; y por otro, que el número de participantes no sea excesivo y haga difícil el trabajo de la asamblea. Actualmente el número de participantes está en unos 210, y es fácil imaginarse la complejidad de una asamblea tan numerosa, con jesuitas que vienen de todas las partes del mundo con experiencias y culturas tan diversas.

La gestión de la diversidad cultural es uno de los primeros para este tipo de asambleas. Es indudable que hay un sustrato común: varones, católicos, formados para el sacerdocio (los Hermanos -no sacerdotes- son un grupo muy pequeño) y curtidos en la espiritualidad ignaciana. Todos estos rasgos nos podrían hacer sospechar que todos ellos han sido moldeados del mismo modo, sin embargo, no es así y existen muchas diferencias entre ellos que podrían generar diferentes clasificaciones: las culturas de procedencia, los lugares donde se desarrolla su tarea apostólica, experiencia internacional, estudios de especialización, el compromiso social, o la comprensión de la relación entre fe y justicia serían algunas de las características que nos permitirán encontrar diferencias, y no pequeñas, entre los Jesuitas congregados.

En este sentido la colaboración necesaria para el desarrollo de la Congregación exige unas dosis de mediación intercultural. Esta mediación no es formal, se realiza informalmente. El primer nivel de esta mediación lo realizan los traductores que hacen comprensibles tanto los textos como las discusiones en el aula. El segundo nivel se realiza en los grupos de trabajo, aquí es crucial la experiencia internacional de muchos Jesuitas que permiten que las discusiones en los grupos de trabajo estén bien orientadas y permiten la participación de todos, facilitando que las diferencias tengan su espacio de reconocimiento y acceso a la discusión. Por último, y esto va siendo cada vez más evidente en las últimas CGs, los textos finales van, cada vez más, reconociendo las diferencias regionales. Cada vez somos más conscientes que es muy difícil, de hecho, es una ingenuidad, pretender que podemos dar interpretaciones globales a los fenómenos de nuestro tiempo. Los Jesuitas también hemos ido adquiriendo la capacidad del análisis regional, mucho más realista y eficaz en nuestro tiempo.

Un caso paradigmático de esta diversidad cultural es lo que hace referencia a la “colaboración con otros”, siendo básicamente los “otros” los laicos y laicas, con los que compartimos misión. Las diferencias socioeconómicas y socioculturales hacen que las relaciones con los laicos no sean las mismas en todas partes. Igualmente, el grado de implicación en nuestras obras, la responsabilidad compartida o el rol del Jesuita no es homogéneo en todo el mundo. Por no decir los diferentes marcos legales que rigen la actividad de nuestras obras en los diferentes países, su diversidad ofrece una constelación de posibilidades. La pretensión de dar una respuesta homogénea, y global, a esta cuestión de la relación con los laicos y laicas tal vez ha hecho que nuestra respuesta no haya sido siempre comprendida ni atractiva. Tal vez, reconocer la posibilidad de una aproximación regional a esta cuestión, con soluciones diferentes nos permitiría ofrecer alternativas más adecuadas a la misión, que es lo que en definitiva, buscamos.

Esta CG36 ha estrenado un procedimiento de modo de trabajo previo. Una de las características de la CG es la soberanía que reside -completamente- cuando la asamblea se reúne. Conscientes de las dificultades que supone realizar un trabajo eficaz, contando con la diversidad cultural, el elevado número de participantes y la complejidad de los temas a discutir, se ha propuesto un nuevo procedimiento de trabajo que ha permitido la elaboración de algunos documentos previos. Varias comisiones, formadas por Jesuitas elegidos para participar en la CG, han trabajado a lo largo de 2016 para proponer una serie de documentos que sirvan ya como documentos de trabajo cuando la CG se reúna en Roma. Todo ello con la intención de acelerar, y facilitar, el trabajo de los que se reúnan allí.

Esta novedad del trabajo preparatorio, hay que reconocerlo, es posible por las posibilidades del trabajo en red. Los grupos preparatorios tuvieron reuniones físicas en Roma, pero la mayor parte del trabajo de redacción, corrección y edición se hizo on line. Y finalmente los textos están disponibles, on line, para la consulta y los comentarios de los más de 200 congregados. ¿Podemos imaginar la cantidad de días de trabajo que este modo de participación virtual puede ahorrar? Antes de iniciar estos trabajos se comprobó que todos los participantes pudiesen tener un acceso suficiente a internet, algo que no es evidente en todas las partes del mundo. A las diferencias culturales no deberíamos añadir las desigualdades tecnológicas.

– Jose Ignacio García, SJ