Javier Vidal, SJ – 3 Noviembre 2016.-Al reconocer que vamos entrando en la última etapa de la CG descubro que una de las llamadas más claras que hemos recibido a lo largo de este tiempo es retomar nuestro “modo de proceder”. Hay una invitación a volver a nuestras fuentes y saborear lo original de Ignacio y nuestros primeros compañeros.

Ignacio en el camino a Roma tuvo la experiencia de La Storta. Dios Padre ponía a Ignacio con su Hijo cargado con la cruz y Jesús lo aceptaba: “Quiero que tú nos sirvas”. Ignacio se sintió personalmente confirmado y sintió confirmado al grupo. “Ignacio me dijo que Dios Padre imprimió estas palabras en su corazón: ‘En Roma les seré propicio’ (Diego Lainez)”… Es del encuentro de Ignacio con el Señor en La Storta de donde nace la vida futura de servicio y misión de los compañeros con sus rasgos característicos: seguir a Cristo cargado con la Cruz; fidelidad a la Iglesia y al Vicario de Cristo en la tierra y vivir como amigos en el Señor. Comulgar con esta perfectísima humildad (kénosis) es comulgar con “su modo de proceder”.

A lo largo de estos años, en la Ruta Espiritual que hemos hecho como provincia, hemos experimentado la fragmentación y sentimos que el Señor nos pide reorganizarnos como compañeros para avanzar en la misión. Vivimos una situación de mundo que nos impone marchas separadas, tanto en obras como en trabajos, y una vez más, sentimos el llamado del Señor de misionar en unidad, preguntándonos cómo permanecer unidos en estas misiones fronterizas, de que forma y modo conducirnos como cuerpo en nuestros fines apostólicos.

Me parece que la CG nos está confirmando que la respuesta a nuestra fragmentación como cuerpo apostólico es volver al “modo de Jesús”. En nuestros pequeños grupos de reflexión coincidimos que los verbos claves que se van repitiendo en la CG son: profundizar, orar, discernir, obedecer. Son verbos que implican cierta receptividad y paciencia. La gracia pasa por la escucha y la humildad. Es un proceso pascual que implica muerte y resurrección. Solo así podrá mantenerse la necesaria tensión entre contemplación y acción, fe y justicia, carisma e institución, comunidad y misión. Como nos expresó el Papa Francisco: “la armonización de todas las tensiones no se da en formulaciones abstractas, sino que se logra a lo largo del tiempo mediante eso que Fabro llamaba nuestro modo de proceder”.

Hoy en la fiesta de San Martín de Porres, le pedimos a nuestro santo latinoamericano que nos regale la escobita de la humildad. Que no tengamos miedo de barrer todo aquello que no nos permite dejar que “su modo de proceder” se haga el nuestro, sólo así sentiremos que el “fervor” vuelve a crecer en las filas de los colaboradores de la misión que Jesús nos confía. También le pedimos a Nuestra Señora de la Strada, como nos invitaba el Papa Francisco, que interceda por nosotros delante del Padre, “para que nos ponga siempre nuevamente con su Hijo, con Jesús, que carga y nos invita a cargar con Él la cruz del mundo”. “Confiamos a Ella nuestro modo de proceder, para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición”.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor, y no reflejan necesariamente la opinión de la congregación general o de la Compañía de Jesús.