Por: Antonio Lluberes, sj

Para los que vivimos de expectativas, en momentos en que se comentan los posibles nuevos ministros, uno de ellos el de educación, unas ideas sobre el perfil del ministro y los retos del Sistema Nacional de Educación.

Quizás sea mejor definir planes y proyectos y precisar fuente de presupuesto, antes que especular sobre potenciales candidatos al ministerio.

Un buen tema sería si el Estado va a asumir la función docente o si convocará a todas las instituciones envueltas en la tarea educativa para distribuir ordenadamente funciones y responsabilidades.

Si el Ministro será una persona de partido o de la educación. Se puede ser de partido y de educación – así hay tanta gente-, pero es muy riesgoso que haga predominar el partido sobre la educación pues sacrificarían la escuela al servicio del partido. El mayor problema sería que los mandos medios sean profesionales de obediencia partidaria con dificultades para percibir los valores que hay en otros partidos y peor aún sacrificaran horas de clases a actividades proselitistas.

Una gran ayuda es que el gremio de maestros discutiera que el recurso a la huelga de las escuelas públicas, donde frecuentan los pobres, no es el medio más idóneo de lucha, pues sacrifica a los hijos de los sectores más numerosos y vulnerables de la población. Puede que haya otros medios de lucha más eficaces aunque más riesgosos y más peligrosos. Lo peor sería que de no llegarse a un acuerdo en este orden, las direcciones provinciales del gremio controladas por los partidos de oposición, la mayor de las veces por razones muy validas pero con un por ciento partidista, convocaran a huelga por razones a veces banales.

Sería bueno saber si se seguirá observando el plan decenal elaborado bajo la dirección de la Ministra Alejandrina Germán, lo cual recomiendo, validando y corrigiendo, y que al final se evalúe; o si se relegará como se ha hecho en el pasado y se comenzará a hacer otro. Precipitar improvisaciones es tan perjudicial como retardar decisiones. No creo que convenga inventar cosas nuevas, sobre todo si eso implica postergar decisiones ya comprometidas en el plan decenal.

La persona del maestro, como persona humana digna, vale por encima del partido, del gremio, de la religión y del Ministerio. Su calificación es de cara a su alumno, al cual deberá querer y se dejará querer, despertará potencialidades, desarrollará sus inteligencias, les desvelará todas las falsedades de la publicidad sobre el enriquecimiento rápido.

Habría que establecer los mecanismos de rendición de cuentas, paso previo a todo mejoramiento de las asignaciones presupuestarias para evitar, no sólo la corrupción, sino sobre todo el dispendio de fondos en proyectos no planificados o en megaproyectos que se implementan a medias.