Semana Santa

Con el Domingo de Ramos damos inicio a la Semana Mayor. En ella conmemoramos la pasión, muerte y resurrección del Salvador de la humanidad.
Aprovechemos estos días para hacer una parada en el camino y revisar nuestras ­actuaciones, multiplicando los actos que son buenos y eliminando los que nos hacen daño y ­perjudican a los demás.
Es una gran oportunidad para encontrar en el silencio y recogimiento las ideas oportunas que contribuyan a tener una sociedad mejor.
Que el respeto y la tolerancia sean nuestro norte. Evitemos los excesos. Manejar con ­prudencia para evitar que nuestras calles, autopistas y carreteras sean escenarios de tragedias, por la cantidad de accidentes que ocurren cada año.
Que los casas licoreras no invadan los espacios de recreación, haciendo de ellos un bacanal cuyos resultados son las riñas, escándalos y muertes.
Que la participación en los actos religiosos durante esta Semana nos ayuden a ser mejores cris­tianos y ciudadanos ejemplares. El país lo necesita.

Dejó huellas de bien

El pasado 2 de abril se marchó a la Casa del Padre don Rafael Molina Morillo. Su partida deja un vacío en la prensa dominicana. El periodismo que ejerció estuvo marcado por la ­defensa de la libertad y la lucha constante por los mejores intereses del pueblo dominicano. Las páginas de los diferentes medios que dirigió son el mejor testimonio de esa vocación de servicio en favor de la Patria.
Recordamos su participación en la reunión con los directores de medios de la Iglesia en la sede de la Conferencia del Episcopado Dominicano. Allí nos mantuvo atentos a cada detalle de su larga y fructífera labor periodística. Nos habló de los hechos que marcaron su vida cuando la intolerancia política de años pasados quisieron callar las expresiones democráticas de la sociedad dominicana.
Tenemos presentes sus aportes a la construcción de un país mejor a través de los editoriales y su columna Mis Buenos Días, del matutino El Día. En uno de sus últimos Buenos Días, hablando sobre la UASD, expresaba: “Nuestra querida Universidad Autónoma de Santo Domingo, Primada de América, reúne más méritos históricos y académicos que otras casas de estudios superiores en este lado del mundo. Sin embargo, hay otra realidad paralela que se empeña en abrirnos los ojos para que reconozcamos que, por otro lado, estamos encharcados en un lodazal de ineficiencia que nos define como un asco, un descrédito y un despilfarro”.
En otra entrega encontramos un asomo a despedida cuando al pasar algunos días interno escribió: El caso es que aquí estoy de nuevo, aunque con más conciencia de que el tiempo se nos está acabando y tenemos que apurar el paso si queremos dejar terminadas las ­tareas que nos hemos propuesto dejar bien hechas.
Destacamos en Don Rafael la libertad para expresar con respeto su opinión sobre lo que consideraba mal hecho. Sus convicciones y coherencia fueron parte esencial de su vida.
Paz a su alma.