REVISTA AURORA

Mucho se habla en estos días del “después» de la pandemia
y de los cambios y transformaciones que vendrán.
Algunos hablan de un futuro venturoso, otros son más
pesimistas. Como sea, el “después» depende de las conclusiones
que saquemos del “ahora», en el que como humanidad
estamos siendo puestos en jaque por un micro
organismo maligno.

Y en el “ahora» estamos experimentando muchas cosas,
por ejemplo: que dependemos unos de otros mas de lo
que pensábamos, y que al caer muchas de las cosas por
las que nos afanábamos y con las que vivíamos distraídos,
nos damos cuenta de que hay pocas cosas esenciales.
En primer lugar, la vida que es sagrada y no tiene precio.
Constatamos, además, que realidades fundamentales,
como el amor y el cuidado, no dependen del dinero sino
de nuestra atención y dedicación.
En la tradición bíblica tenemos un relato de origen conocido:
el diluvio universal. El autor bíblico explica una
desgracia natural como un “castigo divino» a consecuencia
de las malas acciones de la humanidad. Es una interpretación.
Ahora bien, pasada mucha agua debajo del
puente de la historia, vamos aprendiendo que las desgracias
que solíamos atribuirle a Dios no son mas que consecuencias
de nuestras acciones u omisiones. En el caso
de esta pandemia lo vemos claramente. La causa de nuestro
sufrimiento está vinculada a acciones humanas, y la
pandemia deja a la luz las injusticias e inequidades que
nosotros hemos edificado. Muchos quedan expuestos al
contagio y a la muerte porque hemos construido sociedades
a costa de la sangre y el sudor de muchos para el
disfrute de una minoría.
“Estamos todos en la misma barca», nos recordó Francisco.
Y es verdad. El problema es que mientras unos
viajan en primera otros van amontonados en la bodega.
Unos pudiendo disfrutar de las bondades del restaurant
de cubierta, y otros anónimos y valientes a la fuerza,
trabajando para que todos estemos a salvo, dentro de lo
posible, y arriesgando sus vidas en el intento. Si hoy valoramos
y aplaudimos a los que trabajan para que la nave
no naufrague, sería ya un aprendizaje que no los lancemos
por la borda cuando el peligro haya pasado.
Se dice que después de la pandemia hasta la democracia
ya no será igual. Ojalá. La revolución francesa proclamó
la libertad, la igualdad y la fraternidad; durante los siglos
posteriores, los defensores de la libertad y los de la igualdad
han tenido numerosas reyertas. Libertad e igualdad
han tenido movimientos que las enarbolan, mientras que
la hija pobre y postergada ha sido la
fraternidad. Justo la que hoy puede
salvarnos. Tal vez, un aprendizaje
que nos va ofreciendo el “ahora», es
que no hay igualdad ni libertad si no
vivimos mas fraternamente: haciendo
mas lugar en la mesa, superando
grietas, trabajando juntos los de distintos
espacios políticos, de diversas
religiones, de diferentes culturas e
ideologías, para que los mas vulnerables
no sean lanzados por estribor
como lastre y puedan vivir mejor en
la misma barca.
“Ahora” estamos pasando momentos
oscuros, en los que sin embargo
vemos con claridad cosas fundamentales.
¿Alcanzará para que el día “después»
no perdamos la memoria?
El segundo volumen de aurora nos
ayuda a la reflexión sobre el “ahora” y
sus causas, e intenta ofrecer algunas
intuiciones respecto del “después”. Es
un servicio indispensable: en medio
de la acción ser capaces de reflexionar,
porque para que haya un después
verdaderamente más fraterno, hay
que comenzar a idearlo ahora.

LUIS RAFAEL VELASCO, S.J.
Provincial de Argentina-Uruguay (ARU)