Espiritualidad en contextos de crisis.
Por: José Victoriano, SJ

Es propio de las personas inmaduras el no asumir responsabilidades. La madurez mal entendida lleva a sobredimensionar, quasi absolutizar las capacidades humanas. Entre estos dos polos se puede encontrar equilibrio. Somos seres limitados, superados en muchos de los desafíos que enfrentamos, necesitados de otros y del Otro que es Dios.

Los seres humanos hemos desarrollado muchas formas de conocimiento que nos ayudan a enfrentar y superar con éxito muchos de los problemas cotidianos de la vida. Uno de ellos es la salud. Entre ensayo y error hemos ido a lo largo de la historia aprendiendo a construir las mejores soluciones.

Muchos han criticado y critican la jornada de oración por el fin de la Pandemia. Argullen que la oración no ayuda a encontrar la cura contra el Covid19 y que eso es tarea de los científicos. No pienso lo mismo.

Orar es relación con Dios. Es buscar respuestaS preguntando a la mejor fuente de sabiduría que tenemos que es el propio Dios. Con él nos encontramos en espíritu y verdad ( Jn 4,23-24) en las Sagradas Escrituras y las relaciones humanas profundas. Creo que sólo a partir de la unidad global que puede tener su inspiración en el Padre de Jesús, en Dios, podríamos aportar la inversión y la colaboración para acelerar la investigación científica y encontrar una vacuna. De lo contrario seguiran muriendo personas.

La Jornada de oración convocada por la Conferencia del Episcopado Dominicano propone otra mirada sobre la realidad. Es “traer a primer plano”la fe, la dimensión trascendental de la vida. Esa que nos puede ayudar a reenfocar las prioridades humanas, poniendo justo en el centro la vida y su valor sagrado y en virtud de ello tomar las decisiones que conducirían a poner los medios necesarios para poner fin a la Pandemia.

Concluyo proponiendo que hoy todos recemos con el texto de Sabiduría 9

Oración para alcanzar la sabiduría

9 «Dios de mis antepasados, Señor misericordioso,
que por tu palabra has hecho todas las cosas,
2 que con tu sabiduría has formado al hombre
para que domine sobre toda tu creación,
3 para que gobierne el mundo con santidad y rectitud
y administre justicia con recto corazón:
4 dame la sabiduría, que reina junto a ti,
y no me excluyas del número de tus hijos,
5 porque soy tu siervo, hijo de tu sierva,
hombre débil, de breve existencia,
incapaz de entender la justicia y las leyes.
6 Por perfecto que sea cualquier hombre,
nada vale si le falta la sabiduría que de ti viene.

Amén.-