Por Eduardo M. Barrios, S.J. El lunes 17 de febrero se publicó en las páginas de la columna de Gina Montaner aparecido en El Nuevo Herald de Miami, un escrito sobre el retroceso de la Iglesia Católica bajo la imagen del cangrejo.

“Católica” significa universal, o para usar término en boga, global. Es cierto que el número de los católicos ha decrecido en muchos países, sobre todo del mundo occidental. Pero no es menos cierto que ese número crece especialmente en países de África y Asia. Basta con mencionar a la India, país que hace medio siglo recibía misioneros y ahora los exporta. Año tras año la Iglesia Católica sigue creciendo, y en algunos lugares a velocidad de galgo.
Ahora bien, lo que importa no es el número, sino la fidelidad a la misión evangelizadora y santificadora. Eso no lo capta quien mira a la Iglesia desde fuera como una organización puramente humana. Desde dentro los fieles la ven como la única institución teándrica (humano-divina) en el mundo. Mientras en la sociedad civil prevalecen las categorías del poder, el tener, el saber, y el placer, en la sociedad eclesial lo que más cuenta es el servicio y la santidad.
Frecuentemente se sugiere que para paliar la escasez de clero debería eliminarse el celibato consagrado. Desde las categorías mundanas, el celibato podría ser obstáculo, pero también lo serían la obediencia a la autoridad eclesiástica así como el bajo nivel de vida propio de los clérigos. Muchos sacerdotes viven en las casas parroquiales, “rectorías” en Spanglish, donde les dan techo y comida más un salario que no consiente lujos. Abraza el estado clerical quien no comparte las elevadas aspiraciones materiales de las mayorías.

Para no irnos lejos, la Iglesia no se ve mal en la Arquidiócesis de Miami. Las parroquias y misiones suman 109 unidades, incluyendo la Ermita de la Caridad. En la mayoría de ellas se celebran dos y hasta tres Misas diarias; no digamos nada de las Misas dominicales, que pueden llegar hasta siete con las vespertinas del sábado. Todos los años se realizan muchos bautizos, primeras comuniones y confirmaciones. Además de la vida sacramental, abundan los retiros y las actividades de los diferentes movimientos apostólicos; existen numerosos ministerios laicales. La arquidiócesis cuenta con un seminario menor, el Vianney, donde se forman casi cien seminaristas de varias diócesis. Y también existe seminario mayor en Boynton Beach con otros tantos seminaristas también de diferentes diócesis. Todos esos hombres jóvenes han elegido libremente el celibato así como la obediencia a su obispo y un modesto nivel de vida. Lo hacen siguiendo una llamada sobrenatural, la vocación divina. También están representados en Miami algunos institutos religosos con candidatos al sacerdocio que se forman en diversas partes del mundo. No faltan escuelas católicas; suman sesenta y dos.

Ningún católico teme que la bimilenaria Iglesia desaparezca de la faz de la tierra. Los problemas de cada momento histórico se afrontan con la paz que brinda la promesa del Maestro Salvador: “Sepan que yo estaré con Ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mt 28, 20). ebarriossj@gmail.com

fotografía: Portada Plan de Formación Diócesis de La Vega 2020