José Luis Lanz Suárez, sj (1932-2020 )
“Lanz era una persona de Dios, que puso toda su persona al servicio del Reino en bien de los necesitados”

Los Lanz fueron dos
cubanos de Cienfuegos,
hermanos de sangre, sacerdotes
jesuitas que consagraron
toda su vida sacerdotal
al servicio de los dominicanos.
Gregorio –Goyoel
hermano mayor trabajó
siempre en la promoción
campesina, en CEFASA,
Gurabo, Santiago, hasta que
sus años le aconsejaron un
trabajo más moderado en la
parroquia de Cutupú, La
Vega. Falleció en el 2014.
José Luis, el menor, se
ordenó en 1963 y llegó a
Santo Domingo en 1967 a
trabajar en el Politécnico
Loyola, de San Cristóbal,
como animador espiritual,
profesor de religión, confesor
de los alumnos y profesor
de inglés. De allí en adelante
fue asignado a diversos
trabajos: el Santo Cerro,
Escuelas Radiofónicas Santa
María, liceo y parroquia
de Cutupú, Radio Marién
de Dajabón, Fe y Alegría, la
parroquia san Ramón Nonato,
de Los Mameyes, de
Santo Domingo Este, y
hasta de vez en cuando enviaba
sus artículos al periódico
Camino. Cuando los
años y la salud lo recomendaron
fue destinado a Manresa
Loyola, desde donde
iba a confesar a la parroquia
Santísima Trinidad. Quizás
estuvo en otros trabajos que
ahora se nos escapen. En
todos esos sitios mostró
particular cariño y atención
por los pobres, enfermos,
niños y ancianos.
Lanz era de hablar mucho
y hablar alto, pero
siempre respetuoso del otro.
Se ponía temas fijos a veces
hasta con cierta ingenuidad.
Se recuerda su promoción
de las Escuelas Radiofónicas,
las vocaciones a la
Compañía de Jesús, y Cutupú.
El tenía su corazón en
Cutupú. ¡Cuánto le costó
aceptar que los superiores
lo retiraran de Cutupú!
Todavía en la enfermería de
Manresa siempre insistía en
volver a Cutupú.
Lanz tiene en su haber
que descubrió, entre los
archivos del Santo Cerro, la
carta que envió Juan Bosch
ofreciendo misas y oraciones
por el padre Fantino en
1962. Y no sólo la descubrió,
sino que la fotocopiaba
y las distribuía.
Como sucede frecuentemente,
las personas mayores
se caen, se fracturan y
eso precipita la muerte.
Después de una operación
vino la congestión pulmonar
y en la noche del día 4
falleció. Debido al protocolo
del Covid-19 su funeral
fue asistido por muy pocos.
Los que lo reconocían y
querían lo manifestaron a
distancia.
Se destaca esa señora
que dijo “que Lanz era alegre
pues yo nunca vi a Lanz
ni triste ni bravo.” Y el padre
Juan Ayala, sj. escribió:
“Lo conocí cuando yo era
adolescente. El estaba de
párroco en el Santo Cerro y
siempre me inspiró su austeridad
en lo personal, su
capacidad de desafiar las
situaciones difíciles y su
capacidad de soñar. Una
vez que ingresé a la Compañía
lo seguí admirando
por estas cualidades y por
ser una persona de Dios,
que puso toda su persona al
servicio del Reino en bien
de los necesitados.”
José Luis Lanz Suárez
vivió 88 años, de los cuales
72 de jesuita y 57 de sacerdote.

Autor: P. Antonio Lluberes, SJ
Publicado el 16 dea agosto en Periódico Camino.