En la semana del lunes 14 al viernes 18 de agosto del año en curso 2017, 16 miembros y un invitado de la Comisión Teológica de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPAL), realizaron su reunión anual en Santo Domingo, República Dominicana. El encuentro se llevó a cabo en la casa de Ejercicios Espirituales Manresa Altagracia. Dos grandes preocupaciones se impusieron en este encuentro:
1. El método, los problemas y los temas
El tema que la Comisión se propuso trabajar en 2016, para este año 2017 es, por primera vez y por primer año, Repensado el método teológico latinoamericano. Esto porque efectivamente “el método sí importa en el momento de hacer teología” y este ha de ser orgánico e interdisciplinario (V. Martínez, Ecografía).  De hecho, y en esta dirección, la Comisión pretende “que sus miembros se ayuden y se incentiven a hacer teología desde la realidad socio-eclesial latinoamericana, favoreciendo de ese modo la misión dela Compañía de Jesús en ella”.
Las cuestiones de fondo que comenzaron a surgir gradualmente son: ¿qué es el método teológico latinoamericana en este momento histórico? ¿Cuáles es el modo propio de hacer teología en América latina que nos revele la marcha de Dios en los pobres y en la praxis histórica? ¿Cuáles son las experiencias fundamentales que aparecen como punto de partida de esa teoría teológica que nos llevan a historizar la teología latinoamericana? ¿Cómo descubrir a Dios en las marchas de la esperanza de algunos pueblos? ¿Cómo hablar de Dios a los que han sido declarados no-personas, invisibles?
Las ponencias y comunicaciones presentadas y discutidas en la reunión fueron unas 9, y giraron en torno a la siguiente temática: la primera, “El método en teología”, por Pedro Trigo radicado en Venezuela. La segunda, “Hacer teología desde la investigación participativa. Experiencia con un grupo de Mujeres que vive con VIH”; esta es una investigación elaborada en conjunto y presentada aquí por uno de sus investigadores: Víctor Martínez Morales. La tercera, “María de Nazaret: modelo de discipulado cristiano (cfr. Lc 1,26-56): narración de fe de una pequenina”, del biblista brasileño Jaldemir Vitório. La cuarta, “La teología latinoamericana y el giro descolonizador”, del dominicano y profesor del Bonó, Pablo Mella, invitado especial para la ocasión.
La quinta presentación fue sobre “La estética teológica y la teología de la liberación”, del teólogo ecuatoriano Vicente Chong. La sexta, “Algunos elementos en torno a una teología de la comunidad, para una sociedad inmunitaria. La aportación del Concilio Vaticano II”, del mexicano Raúl Cervera. La séptima, “Un Ethos desde la fragilidad”, de Tony Mifsud, radicado en Chile. La octava, “A call to evengelism: la misión más allá de la división entre católicos y protestantes”, trabajo elaborado en conjunto por los estadounidenses Daisy Machado y Eduardo Fernández, presentado enla Comisión por este último.

2. Marcha Verde e inmigración haitiana
Además de esta primera preocupación, hubo dos realidades y experiencias históricas que ubicaron, entroncaron y radicaron nuestro quehacer teológico en Santo Domingo. Ambas se nos presentaron en el Centro Pedro Francisco Bonó: la realidad social y su dinamismo por un lado, y la inmigración haitiana por el otro.
En la primera realidad se puso de manifiesto la importancia del actual movimiento social dominicano, la Marcha Verde, presentado por Carlos Pimentel. Se trata de un movimiento social de grandes proporciones que ha logrado aglutinar a diversos grupos y sectores de la sociedad civil frente a la corrupción estructural, “gangrena de un pueblo” (papa Francisco) y la impunidad. La corrupción generalizada “rompe de manera directa con el proyecto de Dios para la humanidad porque hace que las relaciones con las personas y las cosas se transformen en espacios de explotación y muerte, en especial, al entablarse una relación idolatra con el dinero y el poder” (Compañía de Jesús, provincia de las Antillas 2017).
Ha llamado fuertemente la atención, entre otras cosas, la capacidad de los dirigentes de este movimiento social, de administrar la pluralidad y la diversidad de procedencia de los distintos sectores sociales que lo conforman: juventudes, clases medias, empresarios, jerarquía eclesiástica etc. A mi juicio, esta pluralidad y diversidad es uno de los signos de los tiempos que merece toda nuestra atención para discernir teológicamente y descubrir la presencia y el actuar del Dios en la historia, hoy: es un Dios que también Marcha Verde. Además, es interesante la libertad del movimiento para no confundirse y menos convertirse en un movimiento político partidista. Es significativo también, la autonomía política y económica: es efectivamente un movimiento autofinanciado por las colectas y la solidaridad de los mismos integrantes del movimiento. Es, finalmente, un movimiento totalmente pacífico que tiene la capacidad y sabiduría de no caer en la provocación violenta de las fuerzas policiales y que expresa su marcha y su alegría en forma lúdica.
Por tanto, y en definitiva, el movimiento social la Marcha Verde, expresa la esperanza profunda de este pueblo dominicano que anhela la transparencia y la justicia social. A mi juicio en la Marcha Verde, el Dios de los pobres se está poniendo de manifiesto en el mismo modo de Dios de ser un Dios nómada que va marchando él mismo con este movimiento social original.
La segunda experiencia que ha marcado nuestro quehacer teológico fue la de la inmigración haitiana a Santo Domingo, presentada por Miguel y por Elena Lara. Miguel no ha platicado sobre los centros para acoger a los haitianos, donde tienen asistencia y se les anima a para que conformen sus asociaciones para que ellos mismos puedan defender sus derechos. Apoyados en el video Hasta la Raíz, que expone la gravedad de esta problemática, fuimos viendo cómo desde el 2007 se niega la cédula y los documentes de identidad a los dominicanos nacidos de padres haitianos. Con ello, a los dominicanos con ascendencia haitiana se les ha querido dar una muerte civil y moral. El problema, entonces, aparece en toda su crudeza planteado por ellos mismos: ¿si no soy dominicano ni haitiano, entonces qué soy? Una pregunta teológica resuena aquí: ¿cómo hablar de Dios a estos seres humanos que algunos han declarado no-personas, y que han sido descartados de la sociedad dominicana? ¿Cómo hablar de Dios en medio de un racismo institucionalizado que expresa hasta dónde puede llegar la maldad de unos pocos privilegiados y sus instituciones, con otras personas realmente frágiles?
En definitiva, en esta semana hemos tenido sendas presentaciones sobre el método teológico latinoamericano con el trasfondo dela MarchaVerdey dela Inmigraciónhaitiana a Santo Domingo. La afirmación que a mi juicio resume todo nuestro encuentro de este año 2017 puede sintetizarse del modo siguiente: la fragilidad, la diversidad, el arte liberador y la complejización de la pobreza expresada sobre todo en los no-personas han aparecido como el punto de partida del quehacer teológico latinoamericano parala Comisión Teológica.Dios está revelándose en lo frágil, en lo diverso, en el arte liberador y en las no-personas.
Agradecemos finalmente la incondicional ayuda, la presencia cercana y la efectividad del escolar jesuita Ariel Tejeda, del teólogo Eugenio Rivas y del filósofo del Bonó, Pablo Mella por la acogida, la delicadeza y las finas atenciones a cada uno dela Comisióndurante toda semana de nuestra reunión.

Hugo C. Gudiel García
Coordinador de la Comisión Teológica CPAL 
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