Dicen que es característico de la modernidad la pluralidad, incluso de identidades de un mismo sujeto. Podríamos decir, de las múltiples formas en que se presenta según el contexto: por su nacionalidad, su preferencia política, su gremio, su familia, su equipo deportivo,…Los jesuitas también hoy tenemos múltiples identidades: la Provincia a la que pertenecemos, el sector en que trabajamos, la comunidad en que vivimos, la plataforma donde nos insertamos, la red de la que formamos parte,…

Nos podríamos preguntar de dónde vienen estas identidades y cuál, si alguna, predomina hoy.

La forma tradicional de organizarnos en la Compañía eran las Provincias y las casas. Por eso el gobierno de la Compañía se organizaba a tres niveles: el Padre General, el Provincial y el Superior local. A medida que la Compañía se expandió demográfica y geográficamente, se hicieron necesarias las Asistencias como forma de ayudar al gobierno del General.

En el siglo XX el avance de la modernidad nos fue llevando a la especialización profesional de nuestro trabajo. Ya en los años cincuenta aparecen en América Latina los Centros de Investigación y Acción Social, que agrupan los especialistas en trabajo social.

Para los años sesenta muchas provincias se van organizando por sectores especializados, que reflejan un interés en profundizar el diálogo con el mundo moderno, bajo la inspiración del Concilio Vaticano II. Pero también, inspirados en la opción por los pobres de la Iglesia Latinoamericana reunida en Medellín, surge la tendencia a una mayor inserción en nuestra historia y nuestras culturas, sobre todo entre los pobres.

El siglo XXI traerá dos tendencias que influirán en nuestra estructura organizativa. Por una parte la tendencia a un enfoque sistémico nos ayuda a superar la excesiva especialización, que perdía de vista el bosque por fijarse en el detalle, y nos lleva a mirar la realidad como un todo complejo que requiere de una mirada interdisciplinar (intersectorial diríamos en el lenguaje de la Compañía). Pero por otra parte, la irrupción, a través de las nuevas tecnologías de la comunicación, nos invita a romper la perspectiva más geográfica y nos introduce en el mundo virtual, globalizado, de las redes.

Así nuestras Provincias, en sus esfuerzos de reestructurarse para responder mejor a la misión en el nuevo contexto, se debaten entre el enfoque sistémico de las plataformas o el enfoque de redes especializadas globales.

También en la CPAL nos preguntamos si debemos organizarnos por zonas geográficas afines que nos permitan un enfoque más sistémico o sectores y redes, que nos ayuden a una visión más global y de mayor colaboración.

No son enfoques contradictorios. Más bien los entendemos como complementarios. Por eso la metodología de nuestro Proyecto Apostólico Común, al mismo tiempo que nos recomienda un enfoque intersectorial y elige prioridades que no son para sectores específicos, sino para ser abordadas desde una perspectiva sistémica, nos insiste que la manera de abordarlo es entrelazando, no suprimiendo, sectores y redes, afirmando el carácter transversal de las prioridades del Proyecto. Es la integración de la dinámica de la encarnación, que nos lleva a la inserción, con la dinámica de la resurrección, que nos lleva al descubrimiento del Cuerpo Místico del resucitado.

No se trata de borrar los sectores, sino de descubrir su necesaria vinculación para ser fieles a la realidad que estamos llamados a transformar.

Encontramos dos tipos de sectores: los organizados alrededor de una especialización del trabajo, como son, educación, social, comunicación, parroquias y espiritualidad; y los organizados alrededor de la población meta, pero que son transversales a todas las áreas de trabajo, como son colaboración y jóvenes y vocaciones. En los primeros descubrimos que además de referirse a una importante área de trabajo especializado de la Compañía, tienen todos lo que llamamos una dimensión transversal presente en todas nuestras obras. Efectivamente todas deben tener una espiritualidad propia, una sensibilidad social evangélica, un estilo comunicativo y educativo.

Uno de los sectores está referido a un aspecto propio del cuerpo de la Compañía: la formación. Quizá tendríamos que añadir otro aspecto que ocupa en un trabajo especializado a una buena parte de los jesuitas que es el de gestión: los Superiores, gerentes y directores, administradores y contables, responsables de personal, planificadores, recaudadores de fondos, etc.

Esta mirada nos lleva a hacernos conscientes que, como dice San Pablo de la Iglesia, somos miembros de un único cuerpo, con una única misión de servicio de la fe y promoción de la justicia en un mundo intercultural e interreligioso.

Como la sal, llamados a resaltar la diversidad de sabores de la olla de la cultura; como la luz, llamados a iluminar la diversidad de colores de la realidad en la unidad de un mismo proyecto de Reino.

Jorge Cela SJ

Presidente de la CPAL