Espiritualidad: Artículo del Mes de Septiembre
 
“50 años de la Compañía de Jesús (1963-2013)”, Fernando Gálligo SJ, CIE, México, Reflexiones Ignacianas 9, 2014, pp. 4-9. Mirar 50 años atrás en la vida de la Compañía de Jesús es remontarse a la década de los años 60, un tiempo de especial “densidad” histórica, en el que definitivamente se dejan atrás las heridas de una Guerra Mundial que afectó a todos los continentes y en el que por fin se respira un aire de cambio, de esperanza y de renovación, en un mundo cada vez más abierto.

 
Naturalmente, la Compañía de Jesús no será ajena a esas esperanzas, pero tampoco a esas turbulencias, porque la suya es una vocación de ayuda a las almas y de encuentro con Dios en medio de los sucesos de la vida y del mundo.
 
Como testigos y en gran medida también como protagonistas, tres son los Padres Generales que van a guiar el rumbo de la Compañía de Jesús a lo largo de esas cinco décadas: El P. Arrupe, el hombre de la renovación, que logró recuperar las mejores intuiciones de otro vasco universal, San Ignacio; el P. Kolvenbach, el jesuita de la fidelidad creativa, que tanto hizo por el redescubrimiento de la espiritualidad ignaciana (con una orientación especial hacia los Ejercicios Espirituales y las Constituciones); y finalmente el actual P. Nicolás, con su empeño constante de animar a los jesuitas a vivir la vida en profundidad, con hondura, sin distracciones, entregados a una misión que debe integrar lo espiritual y lo profundo. Son tres estilos distintos, pero un solo interés: el de ser compañeros de Jesús, deseosos de “en todo amar y servir”.

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