LA HOSPITALIDAD NOS HACE SER CRISTIANOS

La parroquia San Ignacio de Loyola esta de fiestas patronales. Las actividades iniciaron el 2 de Agosto y se extenderán hasta el día 10 del mismo mes. El P. Edward Figueroa, SJ, párroco de San Ignacio apuntó que este año las fiestas se han dedicado al tema de la hospitalidad. Este tema forma parte de la campaña continental que impulsa la Compañía de Jesús en América Latina. Como texto de motivación la parroquia propone el siguiente:

En este tiempo de contexto acelerado, de movimientos poblacionales periódicos e inevitables, la hospitalidad hacia los inmigrantes resulta un valor esencial para responder a las transformaciones de nuestra sociedad. Se trata de una actitud constructiva, de una convicción profunda de que una vida más plena es posible. Quien la asume manifiesta un mundo más humano y más fraterno, a la manera de lo que las y los creyentes reconocemos como el “Reino de Dios”.

Las personas que encarnan esta actitud nos enseñan una manera de estar en la realidad que supera los prejuicios y acorta distancias entre los seres humanos que comparten sueños, deseos de crecimiento, de bienestar familiar, de vida digna, de comunión armoniosa. La hospitalidad comienzan en un movimiento interior que mueve el corazón y las entrañas a reconocer a las y los otros y a conmoverse por su situación de dolor o incertidumbre, males que usualmente acompañan a las personas que viven la experiencia de movilidad humana en cualquiera de sus expresiones.

La vivencia de la hospitalidad debe siempre parecerse a la experiencia del padre bueno, conocida como la parábola del hijo pródigo (Lc. 15, 11:32), en la medida en que debemos superar la noción tantas veces estática, vertical y pasiva de la hospitalidad, para convertirla en una experiencia activa que implica salir del sitio tranquilo hacia la búsqueda y encuentro del otro en los márgenes, en su situación de dolor cotidiano, en aquellos sitios que nos parecen ajenos. Llegando a las fronteras geográficas y simbólicas de nuestras sociedades podemos encontrar el hermano y la hermana migrante, en cualquiera de sus expresiones, e invitarle a que se quede con nosotros porque “es tarde y ya anochece” (Lc. 24, 28: 29).