Rio de Janeiro, 31 de enero de 2013.

 De pequeño nos hablaban de los chinitos de Anking. A través de sus noticias, fotos, historias, entramos a la tradición misionera de la Compañía de Jesús. De joven me invitaron a trabajar con los más pobres, en catequesis y trabajo social, descubriendo la misión del servicio de la fe y la promoción de la justicia. De joven jesuita me involucré en la solidaridad con los pueblos de América Latina que luchaban por una vida digna, sin pobreza y sin dictaduras.

Mi relación con la Compañía de Jesús siempre me enseñó a mirar más lejos, a ensanchar el corazón, a soñar con la fraternidad por la que Jesús dio su vida.

Por eso me sentí tan a gusto en la última asamblea de la CPAL celebrada en Lima. Invitados por el Padre General a responder a la misión por el bien más universal, inspirados en la cuarta prioridad de nuestro Proyecto Apostólico Común, nos atrevimos a soñar más allá del territorio conocido como propio, como nos propone la cuarta prioridad: «impulsar la conciencia y la sensibilidad para la integración latinoamericana, priorizando redes y proyectos intersectoriales e interprovinciales».

El P. Adolfo Nicolás, nos animó a dejarnos conquistar por una misión más grande que nosotros y nuestras fronteras nacionales, recibida del Señor y compartida con muchos y muchas. Hemos comenzado a diseñar proyectos regionales, como el Proyecto Caribe y el Plan Pan Amazónico; nos estamos organizando en redes interprovinciales y pensamos la incidencia en perspectiva global.

Y para ello cada vez más intentamos ofrecer a los jesuitas una formación intercultural e intersectorial.

Eso fueron los grandes temas de la reunión: la reestructuración de nuestro gobierno, para que responda a la misión recibida de Dios, junto con otros y otras, buscando siempre el mayor servicio; la internacionalización de la formación para ayudar a continuar siendo caballería ligera, sin peso de equipaje o lazos afectivos, que nos impidan movernos con libertad hacia donde más hagamos falta. Pensar nuevas formas de colaboración en redes de educación, de trabajo en investigación social, de jóvenes,…

La Compañía ha organizado cinco grandes redes de incidencia para enfrentar problemas globales como le ecología, las migraciones, la devastación de los recursos naturales, los derechos humanos y la educación. América Latina ha asumido la responsabilidad de esta última. Son las llamados GIAN (Global Ignatian Advocacy Network).

El tiempo, el esfuerzo, la creatividad, los recursos invertidos en estos proyectos más grandes que nuestro mundo pequeño de fronteras estrechas, medirán la seriedad de nuestra decisión.

El nuevo año nace bajo el signo de la mirada amplia y desprendida de quienes optan por la generosidad. Esperamos que las comunidades, obras y personas de espiritualidad ignaciana sabrán vencer miedos y egoísmos y hacer oblaciones de mayor estima y momento para asumir este reto.

Jorge Cela, S.J.